La intervención cambiaria del Banco Central agita al mercado y podría tensar el acuerdo con el FMI

El Banco Central de la República Argentina (BCRA) reconoció la venta de contratos de futuros por US$409 millones el 30 de abril. Esta operación representó casi el 14% de las posiciones abiertas del día y confirmó una estrategia de intervención directa sobre el tipo de cambio. Aunque ayudó a bajar las tasas implícitas y abaratar el financiamiento del Tesoro, la magnitud de la maniobra generó alarma entre analistas e inversores.
Según consultoras privadas, la intervención no fue aislada. En mayo, la venta de futuros se intensificó, especialmente el 7, cuando el peso se apreció un 6%. Ese día se registró el mayor aumento de contratos desde la asunción de Javier Milei. Para Gabriel Caamaño, economista de Outlier, la caída del tipo de cambio no se explica sin esa intervención. Su consultora estima que la posición en corto del BCRA podría superar los US$1.000 millones.
Este nivel de exposición genera preocupaciones sobre los riesgos financieros que asume el Estado. Además, podría violar el acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que establecía que el Gobierno no intervendría en el mercado de futuros salvo en casos excepcionales. Si bien el Fondo aún no se expresó de manera crítica, se espera que el tema sea revisado con detalle en la próxima evaluación.
Desde el FMI, la vocera Julie Kozack se limitó a reafirmar el apoyo al plan económico argentino. Sin embargo, fuentes cercanas al organismo reconocen que las operaciones del BCRA bajo la gestión Milei han generado inquietud. Una revisión formal podría implicar consecuencias si se considera que se han desviado de los compromisos asumidos.
Un rendimiento que inquieta
Las ventas del Banco Central dispararon el rendimiento del llamado “dólar sintético”, que combina bonos en pesos con cobertura cambiaria. El 7 de mayo, la brecha con los bonos en dólares alcanzó el 20%. Para muchos, fue una oportunidad de ganancias rápidas; para otros, una señal de distorsión preocupante. El Gobierno lanzó además un bono a cinco años en pesos para tentar inversores extranjeros.
Esta combinación de estímulos financieros busca sostener el equilibrio fiscal y dar oxígeno al programa económico. Pero a costa de asumir pasivos futuros que, de no revertirse, podrían convertirse en una bomba de tiempo. El mercado ya observa con desconfianza el creciente uso de instrumentos de cobertura subsidiada.
Reservas en rojo y señales confusas
El acuerdo con el FMI también exige a la Argentina sumar US$4.400 millones en reservas netas antes del 13 de junio. Hoy, el BCRA está muy lejos de esa meta. Economistas privados estiman que faltarían más de US$5.000 millones para alcanzarla. Ante este panorama, una exención por parte del Fondo aparece como inevitable.
El propio gobierno relativiza la importancia de acumular reservas. Sin embargo, la presión del mercado es evidente. Los bonos no repuntan y el riesgo país sigue elevado. La reciente colocación de deuda en pesos y un acuerdo de recompra con bancos internacionales por US$2.000 millones buscan calmar las aguas. Pero incluso eso podría no alcanzar.
El rumbo del programa económico está en juego. Las intervenciones cambiarias, la debilidad de las reservas y las señales contradictorias hacia el FMI siembran dudas en el mercado. En este contexto, la estrategia oficial parece más reactiva que sostenible. Y la estabilidad que busca Milei podría estar construyéndose sobre un terreno frágil.