La central obrera encara un congreso clave para renovar su triunvirato entre presiones cruzadas, amenazas de fractura y la reforma laboral del Gobierno como eje de conflicto.

La Confederación General del Trabajo (CGT) transita horas decisivas antes del congreso convocado para este miércoles a las 9:30 en el estadio de Obras Sanitarias, donde se definirá la renovación del triunvirato que conducirá la central obrera. Con un clima de fuerte tensión entre los sectores dialoguistas y los más combativos, la negociación apunta a conformar una nueva conducción integrada por Cristian Jerónimo (Vidrio), Jorge Sola (Seguros) y un tercer dirigente aún por definir.

El giro de Armando Cavalieri, histórico referente del gremio mercantil, destrabó las conversaciones. Luego de haber impulsado la prórroga de los mandatos actuales, el sindicalista aceptó avanzar con la elección, decisión que allanó el camino para alcanzar un acuerdo de unidad. “Está todo cerrado en un 80%”, aseguraron desde la mesa de negociaciones.

El actual triunvirato, encabezado por Héctor Daer, Carlos Acuña y Octavio Argüello, se prepara para dejar su lugar tras cuatro años de gestión. Daer ya confirmó que no continuará y advirtió que postergar la elección “podría llevar a la fractura” de la CGT. Sin embargo, desde los gremios más duros, como el de los gastronómicos liderado por Luis Barrionuevo, mantienen la amenaza de presentar una “lista propia” si no se alcanza un consenso pleno.

El debate interno se mezcla con la creciente preocupación por la reforma laboral impulsada por el gobierno de Javier Milei. En las últimas horas, la cúpula sindical se reunió en la sede de la UOCRA para unificar postura. Mientras los sectores moderados proponen mantener el diálogo dentro del Consejo de Mayo, el ala más combativa reclama un rechazo frontal al proyecto y no descarta medidas de fuerza.

Gerardo Martínez, titular de la UOCRA, expresó que el sindicalismo debe “construir acuerdos sin perder derechos” y advirtió: “Cuando se cierra la puerta, el sindicalismo reacciona”. La frase resume el clima de incertidumbre que atraviesa a la CGT en una jornada clave para su futuro y el del movimiento obrero argentino.