La Confederación General del Trabajo eligió nuevas autoridades y mantuvo el modelo de conducción tripartita. Octavio Argüello, Jorge Sola y Cristian Jerónimo estarán al frente de la central en un contexto de creciente tensión con el Gobierno nacional, que busca avanzar con su reforma laboral.

En medio de un escenario político cargado de incertidumbre, la Confederación General del Trabajo (CGT) celebró su congreso nacional ordinario y renovó su conducción con una señal clara: unidad interna y cautela frente al Gobierno. Por votación a mano alzada, los delegados decidieron mantener el triunvirato como forma de conducción y eligieron a Octavio Argüello, Jorge Sola y Cristian Jerónimo como nuevos secretarios generales.

El encuentro tuvo lugar en un clima de expectativa, a poco más de un mes de que asuman los nuevos legisladores en el Congreso, y marcó el rumbo que adoptará la central obrera ante la inminente avanzada del presidente Javier Milei sobre la legislación laboral.

El triunvirato ratifica la convivencia de sectores diversos dentro del sindicalismo argentino, desde los “gordos” y los independientes hasta los moyanistas y los barrionuevistas, en un intento por sostener el equilibrio en medio de un contexto de fragmentación y desgaste social.

Octavio Argüello, continuidad y línea Moyano

El camionero Octavio Argüello, muy cercano a Hugo Moyano, seguirá al frente de la central obrera. Es el único del triunvirato anterior que continuará en funciones, lo que consolida su papel como figura de consenso entre los sectores moderados y el sindicalismo más combativo.

Argüello había asumido en diciembre pasado, tras reemplazar a Pablo Moyano luego de su intempestiva salida de la CGT. Su ratificación representa un mensaje político claro: el sector busca mantener abierto el canal de diálogo con el Gobierno, pero sin resignar la defensa de los derechos laborales.

“Es momento de unidad, no de divisiones”, habría sido la frase más repetida por los delegados durante el encuentro. Argüello, que inició su carrera sindical en los años 80 y llegó a ser diputado nacional por el Frente para la Victoria, encarna esa línea de equilibrio.

Jorge Sola, el representante de los “gordos”

El segundo integrante del triunvirato es Jorge “Pino” Sola, titular del Sindicato del Seguro, quien cuenta con el respaldo del grupo de los “gordos”, los históricos dirigentes de los grandes gremios de servicios.

Con una trayectoria que combina técnica, docencia y abogacía, Sola es considerado uno de los dirigentes más dialoguistas dentro de la CGT. Sin embargo, no esconde su preocupación por el rumbo económico del Gobierno y la creciente precarización laboral.

“El país necesita una regulación moderna, pero no una que destruya los derechos conquistados”, advirtió en la previa al congreso.

Sola también subrayó la necesidad de “reconocer las realidades regionales” en cualquier debate sobre la reforma laboral. Aunque respalda la idea de revisar ciertos aspectos del sistema actual, rechaza las medidas que implican la pérdida de protección para los trabajadores, como la reducción de multas por trabajo en negro o la figura del colaborador independiente.

Cristian Jerónimo, la nueva generación sindical

El más joven de los tres, Cristian Jerónimo, de 41 años, llega desde el Sindicato de Empleados de la Industria del Vidrio. Su designación responde a una apuesta por renovar la dirigencia gremial, aunque su figura despierta resistencias en algunos sectores, especialmente en la UTA, que lo había señalado por su cercanía con Pablo Moyano y su participación en conflictos anteriores.

Pese a las diferencias internas, Jerónimo llega con el respaldo del dirigente de la UOCRA, Gerardo Martínez, uno de los hombres más dialoguistas de la mesa chica sindical y representante de la CGT en el Consejo de Mayo que lanzó Milei en 2024.

En declaraciones recientes, Jerónimo dejó clara su postura frente a los cambios que impulsa el Ejecutivo: “Nosotros defendemos los convenios colectivos de trabajo. Podemos discutir mejoras, pero no vamos a aceptar una reforma que precarice aún más a los trabajadores”.

Una CGT expectante y en guardia

Con esta nueva conducción, la CGT busca fortalecer su papel político en un contexto donde la conflictividad social va en aumento. La inflación persistente, la pérdida del poder adquisitivo y los anuncios de ajuste ponen a la central en un punto de inflexión: entre la necesidad de mantener el diálogo con el Gobierno y la presión de las bases para salir a la calle.

La continuidad del triunvirato refleja una estrategia defensiva pero firme. La conducción tripartita deberá ahora definir si acompañará, resistirá o negociará los proyectos de reforma que el oficialismo pretende discutir en el Congreso.

En tiempos de reformas, despidos y protestas latentes, la CGT se enfrenta a su mayor desafío en años: conservar la unidad del movimiento obrero y defender los derechos conquistados frente a un gobierno decidido a reescribir las reglas del trabajo en la Argentina.