El Presidente Milei anunció la conformación de nuevas instancias de diálogo para contener la crisis y reordenar su estrategia electoral. Sin embargo, los cuestionamientos internos a los Menem y a Sebastián Pareja, sumados al enojo de los gobernadores por los recortes, ponen en duda la efectividad de la jugada.

La derrota en la provincia de Buenos Aires sacudió al oficialismo y obligó al presidente Javier Milei a mostrar un gesto de reacción. El lunes se sucedieron dos reuniones de gabinete y se anunció la conformación de tres mesas políticas: una nacional, una federal y otra ampliada para la provincia.
En la nacional, Milei decidió ponerse al frente, acompañado por Karina Milei, Guillermo Francos, Patricia Bullrich, Santiago Caputo, Martín Menem y Manuel Adorni. El ausente de peso es Eduardo “Lule” Menem, desplazado en medio del escándalo por coimas en la ANDIS.
La mesa federal tendrá la misión de reabrir el diálogo con gobernadores, vínculo que el gobierno se encargó de dinamitar durante casi dos años de gestión. Y en la provincia de Buenos Aires, la “mesa ampliada” seguirá bajo la órbita de Sebastián Pareja, aunque con la intención de reducir su poder e incorporar a más actores.
El armador de los Milei
El nombre de Sebastián Pareja quedó en el centro de la tormenta tras la derrota bonaerense. El propio Milei, según trascendió, lo confirmó frente a todo el gabinete y le pidió encarar una nueva mesa política rumbo a octubre. Sin embargo, puertas adentro, muchos lo responsabilizan por la caída electoral y buscan limitar su influencia.
A la mesa provincial se sumarán dirigentes del PRO e intendentes como Diego Valenzuela. El objetivo es compartir decisiones que hasta ahora concentraba Pareja, junto a los hermanos Menem y Karina. El domingo, en el búnker de La Plata, fue el primero en dar la cara y reconocer “errores”, gesto que no alcanzó para apagar las críticas.
El fuego amigo en la Casa Rosada
Las internas oficiales siguen a flor de piel. Una parte del gabinete considera que la estrategia de los Menem y Pareja no solo aisló al gobierno de los gobernadores, sino que también complicó la relación con el Congreso. “Hay que retomar el diálogo, volver a la política y dejar de lado aventuras personales”, plantean quienes cuestionan el armado riojano.
Ese sector asegura que lo importante no son los nombres, sino las lógicas de decisión. Reclaman que la Casa Rosada abandone la idea de cerrar listas con figuras ligadas a la “patrulla digital” o las autodenominadas “Fuerzas del Cielo”, y priorice acuerdos que fortalezcan la gobernabilidad.
Gobernadores molestos y un vínculo en crisis
El caso de Corrientes refleja la fractura: el gobernador Gustavo Valdés se negó a acordar con La Libertad Avanza y presentó candidato propio, que terminó en cuarto lugar. Ofendido, Valdés ordenó a sus legisladores votar en contra del oficialismo en leyes clave.
Pero el enojo de los mandatarios provinciales no empezó allí. Desde el inicio de la gestión, sufrieron recortes de fondos que profundizaron el malestar. El lunes, mientras en Casa Rosada se desarrollaban las reuniones de gabinete, los gobernadores nucleados en “Provincias Unidas” se conectaron por Zoom. Estuvieron Martín Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Ignacio Torres (Chubut), Carlos Sadir (Jujuy), Claudio Vidal (Santa Cruz) y, por primera vez, el propio Valdés.
El correntino fue tajante: “Al gobierno le falta humildad y sensatez para escuchar al interior, que produce y trabaja todos los días”. Además, convocó a dejar atrás las disputas y a construir una agenda federal.
El dilema entre ajuste y política
En paralelo a los intentos de tender puentes, Milei ratificó que no habrá cambios de rumbo económico. La noche de la derrota aseguró que su gobierno no retrocederá “ni un milímetro” en el ajuste, y anunció que, por el contrario, se acelerará.
Esa definición tensiona aún más el escenario. Para acercarse a los gobernadores, la Casa Rosada debería empezar a ceder, algo difícil de compatibilizar con un plan que se propone profundizar los recortes. Por ahora, la convocatoria a un encuentro formal con los mandatarios sigue sin fecha.
El interrogante es cómo el oficialismo resolverá esa contradicción: mantener el ajuste como bandera central y, al mismo tiempo, construir los consensos que necesita para sobrevivir en el Congreso y enfrentar el calendario electoral de octubre.