“Díganme, de qué les sirve a los nenes que no tienen comida que yo me coma la carne del guiso”.
Por Victoria Zumarraga ✍️

La frase la dijo mi sobrina. Estábamos en la mesa, ella no tendría más de 4 o 5 años y no supimos qué responderle. No lo habíamos pensado. ¿Era por respeto? ¿Era pura corrección política?
A nosotros, los buenos, nos enseñaron que “mejor que decir, es hacer”, pero a mí me parece que entendimos que “mejor que decir, es hacer cualquier boludez”.
No estamos pensando. Un día nos llega un mensaje: una familia está pidiendo donantes de sangre. Tienen a su beba internada, con un cuadro grave, muy grave. La situación nos conmueve, porque somos buenas personas, no podemos ni siquiera lidiar con el dolor que nos genera pensar en tener a un hijo enfermo, ese miedo incomparable de perder al ser más amado. Los niños particularmente -las infancias, decimos- nos conmueven.
Entonces, activamos con todo: mejor que decir, es hacer cualquier boludez.
Porque somos intelectuales pero cómo nos cuesta la comprensión de texto y contexto cuando el mundo meme nos invita a fingir demencia. En un multiverso en donde hubiéramos aprendido que lo mejor es hacer lo que tenemos que hacer, el mensaje de esa familia tendría el impacto que todos sabemos que busca tener: hermana, hermano, nos están pidiendo que salgamos corriendo a donar la puta sangre que – les juro- nos corre por las venas. Dónde se enseñará eso de la honestidad intelectual, ¿no?
Pero no, conmovidos, vamos con nuestra bandera de las boludeces flameando bien alta, porque somos la intensa minoría que patalea buscando dirigentes pero que también se comió el verso -con el culo- de que le cambia la vida a alguien repitiendo discursos o haciendo boludeces y ahí vamos. Vamos a conseguir esas buenas bolsas de sangre compartiendo en nuestras redes sociales: una gota por un like, dos gotas por un compartido. Decimos “chiques compartan” en lugar de “ahí vengo, voy a donar sangre vení conmigo, vos también y vos también”.
Pero qué solidarios somos, che. Hacemos política o lo decimos, cuándo fue que nos comimos el cuento del héroe anónimo, cuándo fue que dejamos de darnos cuenta de que no estamos transformando ninguna realidad. Mirá, mirá cómo consigo sangre para la beba, mirá mi foto con los dedos en V, mirá cómo me como toda la carne del guiso. Nos enseñaron que “mejor que decir, es hacer”, y nosotros entendimos que “mejor que decir, es hacer cualquier boludez”.