Cada 6 de noviembre se recuerda la creación del sistema de Parques Nacionales en la Argentina, una fecha que recupera la visión pionera de Francisco Pascasio Moreno, quien en 1903 donó tierras al Estado para garantizar su preservación.

Más de un siglo después, la red alcanza 46 áreas protegidas en todo el país. Entre ellas, dos se encuentran en territorio entrerriano: El Palmar y el Parque Nacional Pre-Delta, este último ubicado a escasos kilómetros de Diamante, en el borde del Delta Superior del Paraná.

El Pre-Delta fue declarado Parque Nacional en 1992 con un objetivo preciso: conservar un ecosistema único, donde el río, la vegetación ribereña y el espinal conforman un corredor ambiental de alto valor. Su intendente, Jeremías Mancini, destaca que el área permanece abierta todos los días, con acceso libre y gratuito, y dispone de senderos señalizados, zonas de acampe, proveeduría y servicios básicos. La propuesta es simple pero trascendente: habitar la naturaleza sin intervenirla, desde una caminata hasta un mate frente al agua.

La geografía del parque combina ceibos, timbó, sauces, pajonales y algarrobos, especies adaptadas a las crecientes del Paraná y al paisaje semiárido del espinal. Esa diversidad vegetal sostiene, a su vez, una fauna de gran riqueza: más de 240 especies de aves, además de carpinchos, zorros, lagartos overos, yacarés y gato montés. Los horarios del amanecer y el atardecer son los momentos en que el vínculo entre visitante y ambiente se vuelve más visible.

A esto se suma un dato menos conocido pero decisivo: estudios recientes identificaron 185 especies de peces en el área, lo que posiciona al Pre-Delta como un reservorio clave del ecosistema acuático del Paraná. Es vida que no siempre se ve, pero sostiene el equilibrio del conjunto.

Mancini resume la invitación con una consigna clara: disfrutar preservando. Eso implica no ingresar con mascotas, no alimentar fauna, no abandonar senderos y llevarse siempre los residuos. El espíritu no es restrictivo, sino pedagógico: la conservación es una práctica comunitaria y se sostiene en decisiones cotidianas.

Celebrar el Día de los Parques Nacionales, en este caso, no es una efeméride: es reconocer que proteger territorios como el Pre-Delta es proteger las condiciones de nuestra propia vida.