El Presidente Milei lanzó una nueva advertencia al sector agropecuario y afirmó que volverán las retenciones.

Javier Milei lanzó una fuerte advertencia al campo luego de la devaluación del peso y la flexibilización del dólar. En su primera entrevista tras los anuncios económicos, el presidente marcó un límite claro al sector agroexportador. “Si tienen que liquidar, que lo hagan ya”, dijo, dejando en claro que la ventana de reducción de retenciones tiene los días contados.
El mandatario respondió a los reclamos de los productores que presionan por una eliminación total de tributos a las exportaciones. Pero fue tajante: en julio vuelven los porcentajes anteriores. Las bajas anunciadas en enero, según explicó, siempre fueron transitorias. El mensaje apunta a acelerar la entrada de dólares antes de que cierre el semestre.
La advertencia tiene fecha. Hasta el 30 de junio sigue vigente la reducción de alícuotas para los principales granos y derivados. La soja en grano paga un 26% en lugar del 33%. El aceite y la harina, un 24,5% en vez del 31%. Para el trigo, el maíz, la cebada y el sorgo, la retención bajó del 12% al 9,5%. Y el girasol tributa 5,5%, frente al anterior 7%.
El Gobierno necesita dólares y no cede ante el reclamo
A pesar de los pedidos de las entidades agropecuarias, el presidente se mantuvo firme. Negó cualquier posibilidad de prorrogar la medida más allá de mitad de año. En enero, la administración había anunciado también la eliminación de retenciones para algunas economías regionales, pero el alivio parece tener vencimiento.
Desde el Ejecutivo buscaron dar señales claras. Para Milei, las condiciones están dadas: tipo de cambio actualizado y presión impositiva reducida de forma temporal. Quien no liquide ahora, deberá hacerlo más adelante, pero con mayor carga tributaria. Por eso, insistió: “Aprovechen mientras se puede”.
El contexto económico añade tensión. En marzo, la liquidación de divisas cayó en comparación con febrero. Ese mes, gracias a la baja de retenciones, el ingreso había superado los 2.180 millones de dólares. Sin embargo, luego la tendencia se revirtió. El Banco Central tuvo que intervenir con ventas millonarias para evitar un nuevo salto del dólar paralelo.
La baja de retenciones tiene costo fiscal y político
El Ministerio de Economía estimó que esta reducción temporal implicará una pérdida de recaudación cercana a los 800 millones de dólares anuales. Aunque la medida dura solo seis meses, el impacto fiscal es considerable. Mientras tanto, el Gobierno promete que una baja sostenida de la inflación permitirá eliminar más tributos en el futuro.
Milei volvió a hablar de su plan antiinflacionario. Reconoció que marzo fue un mes complicado, pero proyectó una mejora desde abril. Aseguró que los precios convergerán hacia el 0% mensual a mediados de año. Para eso, necesita que el agro contribuya con divisas. Sin ingresos por exportaciones, el esquema de estabilización pierde fuerza.
Las organizaciones del agro ya habían advertido sobre el malestar. La Sociedad Rural, la Federación Agraria, CONINAGRO y CRA reclamaron que la baja de retenciones se mantenga. Señalan que el sector atraviesa una crisis por la sequía y los bajos precios internacionales. Pero, por ahora, no hay señales de una marcha atrás oficial.
Campo vs. Gobierno: una pulseada que sigue escalando
El Presidente trazó una línea clara: no se renegociará el esquema vigente. Rechazó cualquier presión, incluso cuando la liquidación se retrasa y afecta las reservas. En marzo, el Banco Central perdió 1.600 millones de dólares. El nivel actual es el más bajo desde septiembre de 2024.
La tensión con el campo se enmarca en una política económica que apuesta al orden fiscal, la reducción del gasto y un tipo de cambio competitivo. Sin embargo, la recuperación de reservas depende en gran parte de que los exportadores liquiden a tiempo. De ahí el ultimátum.
Milei lo dejó claro: las retenciones bajaron por un tiempo limitado. Si el sector no aprovecha, perderá el beneficio. A medida que se acerque junio, aumentará la presión para que ingresen divisas. Mientras tanto, la grieta entre el Gobierno y el agro se profundiza. Y la pulseada por los impuestos al campo sigue abierta.